
En tiempos de selfies, cada vez son más las familias que quieren retratar profesionalmente los primeros días de sus bebés para atesorar el recuerdo de ese momento único, cargado de emoción, alegría y plenitud. Para conocer de qué se trata, charlamos con Florencia Melero y Ramiro Rodríguez, expertos en el tema.
– ¿Cómo se les ocurrió dedicarse a la fotografía de recién nacidos?
(Ramiro) Hace varios años que fotografiamos bebés, niños y familias, una apuesta que trajo Flor de Canadá después de haber vivido cinco años allá, pero el nacimiento de nuestra hija marcó la decisión de especializarnos en la fotografía Newborn. Oli fue nuestra musa inspiradora. Desde que fuimos padres, descubrimos la trascendencia de esos primeros días de vida y entendimos la necesidad de capturarlos para siempre con un lente profesional.
– ¿Cómo logran fotografiar un bebé tan chiquito? ¿Luz, cámara y… “chupete”?
(Florencia) En todo caso, “Luz natural, cámara y shhhhh….silencio que el bebé se durmió”. Este tipo de fotografía se realiza con el bebé dormido, dentro de los primeros 15 días de vida porque en esa etapa tiene un sueño más profundo que nos permite retratarlo en diferentes posiciones, imitando las que tenía en la panza de mamá, con accesorios (props) que seleccionamos minuciosamente para cada sesión en especial. Le dedicamos mucho tiempo a la previa para elegir cada detalle, acorde a cada bebé.
– ¿Dónde realizan las sesiones, en la casa del bebé o en un estudio?
(Florencia) Mayormente, las hacemos en nuestro estudio. Nos gusta ser los anfitriones y recibir a la reciente familia en un clima distendido donde puedan descansar y disfrutar de la sesión.
Compartimos tres o cuatro horas con ellos, depende cada caso, vamos adaptándonos al ritmo de cada bebé, a sus necesidades y a las de su mamá.
(Ramiro) Este año inauguramos nuestro estudio en Puerto Norte y lo acondicionamos exclusivamente para las sesiones Newborn, cálido, luminoso, muy cómodo y equipado con todos los elementos necesarios para hacer nuestro trabajo.
Además, de esta manera, nos gusta recrear la tradición de fotografiarse en familia en un estudio, como lo hacían nuestros abuelos tiempo atrás. Seguramente todos tenemos guardado en algún cajón ese recuerdo en blanco y negro, con personajes bien vestidos, posando prolijamente y poco sonrientes que no sabemos bien quiénes eran pero que pasan de generación en generación, como una huella imborrable para la historia familiar.